Entrevista con Alfonso Goizueta, finalista del Premio Planeta 2023 por ‘La sangre del padre’, y antiguo miembro del equipo de Aspen Institute España

¿Qué valores inspiraron a Alejandro Magno? ¿Cómo definirías su liderazgo? ¿Tendría cabida en la actualidad una figura como la suya?    

En la novela Alejandro se inspira principalmente en liderazgo aristotélico. Su padre mandó llamar a Aristóteles para que fuera su tutor cuando aún era príncipe; Alejandro se formó en las letras y la filosofía tanto como en la guerra. Cuando cruza a Asia tiene un liderazgo integrador: el helenismo, ese mundo nuevo que conforma, nace de la unión de lo griego y lo persa en una nueva cultura; sabía que nunca iba a imponer lo griego en el mundo oriental, lo único posible era que ambas culturas se dieran la mano. Una obra verdaderamente irrepetible en la historia; el mundo que deja tras su muerte en el 323 es radicalmente diferente del que lo vio nacer treinta y dos años antes.

¿La tiranía de Magno en el final de sus días proviene de un poder y ambición mal entendidos? ¿Es inevitable que el poder destruya a los líderes? 

Esa una de las grandes preguntas de la historia humana…El ejercicio de un poder supremo parece ser que siempre acaba llevando al que lo ejerce por un camino tormentoso. Alejandro no es en esto diferente de otros grandes tiranos de la historia. Él insistía en la nobleza de su propósito de unir el mundo griego y persa pero eso lo acabó enfrentando a los propios griegos, que no entendían el porqué de aquel viaje que los condujo hasta la India.

Alejandro Magno era muy joven cuando se lanzó a conquistar el imperio persa, ¿qué papel deberían tener los jóvenes en la construcción de nuestras sociedades? 

Veinte años al heredar Macedonia y veintidós cuando cruzó a Asia. La juventud de Alejandro siempre es un rasgo fascinante de su carácter. Hay sobre esto una anécdota (apócrifa seguramente) muy bonita. Aristóteles le pidió que retrasara su marcha unos años, que le quedaba mucho por aprender, y él le contestó: «si no parto ahora, perderé la audacia que me da la juventud». Hay un punto de coraje y arrojo que viene dado por la juventud con el que precisamente se pueden empezar grandes proyectos y grandes gestas. Es cierto que debe combinarse con la experiencia y el conocimiento adquirido, pero sin duda es una parte fundamental. En esto, creo yo, es importante encontrar inspiración.

Tras tu paso por el equipo de Aspen España y por el Seminario Aspen – Cañada Blanch donde se convoca a jóvenes líderes emergentes procedentes de las artes, ciencias, la empresa, las tecnológicas y la política, ¿crees que los jóvenes cuentan con las herramientas suficientes para contribuir al bien común desde sus campos de actuación?  

Creo que es la generación más preparada para construir un mundo nuevo. Es una generación creativa, pujante y ambiciosa, que además se enfrenta a retos nuevos y de una complejidad inaudita. Es importante no caer en la apatía, mantener la confianza y el empuje para que no nos devore la magnitud de los problemas que afrontamos. Hace falta, en esencia, buen liderazgo – es más importante que nunca. Imagino la juventud moderna como una cohorte llena de virtudes pero muy necesitada del líder que haga de organizador, que pondere virtudes para lograr sinergias.

Considerando que Alejandro Magno lo sea, ¿qué otros perfiles históricos son un referente para ti? ¿Por qué? 

Se puede encontrar inspiración en muchos personajes históricos, porque ciertamente no hay uno solo que sea imitable al cien por cien. Todos tienen sus luces y sus sombras. Lord Palmerston, primer ministro del Reino Unido, fue un diplomático muy hábil, pragmático, capaz de mantener el equilibrio en Europa después de las guerras napoleónicas; llevó a cabo el mayor esfuerzo diplomático, económico y militar para abolir el tráfico de esclavos. Tiene una filosofía política interesantísima.

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