Medios, Big Tech y democracia
A medida que se acerca la Conferencia y Coloquio del Programa Tech & Society de Aspen Institute España y Fundación Telefónica, programados para el 22 de octubre, he tenido la oportunidad de hablar con Alejandro Romero y Jordi Pérez Colomé. Juntos, exploramos los últimos avances de los medios, la integridad de la información, el papel de las grandes empresas tecnológicas y el panorama regulatorio en evolución entre la UE y EE. UU.
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Álex Romero: Resaltaría 4 cambios importantes para ofrecer contexto al momento en el que nos encontramos en este respecto:
(1) Las elecciones de EE. UU. de 2024, incluido el control del Senado y la Cámara, probablemente serán muy disputadas. Esto presagia incertidumbre para la política exterior y la agenda regulatoria tanto en EE. UU. como en la UE.
(2) El aumento de conflictos armados ha demostrado el papel central de las tecnologías multinacionales y los “hyperscalers” en la defensa nacional, evidenciado por la dependencia operativa de las operaciones de defensa en Ucrania y una reestructuración de la “cadena de mando” tradicional en casos excepcionales, destacando la participación de grandes actores como Google, Microsoft, Starlink y otros.
(3) La publicitación y la transparencia de las operaciones de información con el objetivo de aumentar la conciencia pública se ha convertido en una estrategia crítica en la guerra contra la desinformación y las Amenazas Híbridas. Las denuncias de alto perfil se han convertido en una herramienta de múltiples frentes, cuyo uso clave es hacer que la naturaleza de la guerra de información sea clara y palpable para el público mientras se busca disuadir a los actores de amenaza. Un ejemplo reciente e interesante es el de la empresa Tenet, en la que empleados de un medio controlado por el Estado ruso invirtieron casi 10 millones de dólares para difundir contenido curado por RT. Este material, publicado a través de una plataforma de creación de contenido en línea con sede en Tennessee, alcanzó millones de visualizaciones.
(4) Las grandes empresas tecnológicas (y sus proponentes principales (y el Partido Demócrata parecen tener una relación mucho más tibia que en años anteriores. En medio de los innumerables debates regulatorios que se están llevando a cabo, las doctrinas sociales y políticas que definen Silicon Valley tendrán un impacto mayor en áreas de alta importancia como la IA, cyber, las redes sociales o la privacidad, por ejemplo.
JN: ¿Qué hitos tecnológicos o políticos importantes podemos recordar en los últimos cuatro años, y qué nos dicen sobre las perspectivas de la integridad de la información en el contexto de un año crítico para las elecciones y las democracias en todo el mundo?
Jordi P. Colomé: La venta de Twitter/X y la irrupción de la inteligencia artificial generativa. Las redes sociales dominaron los dos últimos ciclos electorales. Ahora llega el turno de algo nuevo: la IA. Musk lidera el ocaso de algo que aspira a sobrevivir: la influencia de las redes sociales en la vida pública. ¿Cuán importante es el debate en una red llena de opinadores y periodistas? Por otro lado, la IA generativa, con su capacidad incipiente de crear mensajes personalizados e identificar las debilidades de cada votante para disuadirlo, es la promesa de algo aparentemente terrible, pero aún no estamos seguros de cuánto.
JN: Teniendo en cuenta los riesgos para la integridad electoral y la resiliencia de los procesos democráticos, ¿están los actores críticos, como las empresas, los gobiernos y las organizaciones de medios, respondiendo adecuadamente al cambio de paradigma de la IA generativa?
JPC: No. Las empresas y los medios siempre responden a los peligros de hace 4, incluso 8 años. Ahora, por ejemplo, vigilan mucho los hackeos de las campañas de los partidos y no publican cualquier revelación debido a lo que pasó en 2016. Los peligros de la IA solo se intuyen. Cuando sepamos los peligros reales que plantea, será ya el día después de las elecciones. Las elecciones tienen ese problema: no hay tiempo de reacción. Cuando se descubre un pastel, ya hay que ir a votar. Hay demasiados nervios. Entonces pensaremos en cómo evitarlos en las próximas elecciones de 2028, si es que ocurren cosas temibles. También importará mucho quién gane para entender o no la posible sobrerreacción.