02 octubre 2024 | Blog Princesa 18
VI Edición del Seminario Aspen para jóvenes líderes: «Liderazgo y Valores en Europa»
Por: Aspen Institute España

Aspen Institute España celebró entre el 19 y el 21 de julio de 2024 el seminario «Aspen Cardona — Liderazgo y Valores en Europa». El encuentro, que tuvo lugar en el Vilar de la Duquessa (Cardona, Barcelona), reunió a 27 jóvenes líderes provenientes de sectores diversos como la empresa, los medios de comunicación, la política, organizaciones internacionales o el sector público, que debatieron sobre los desafíos actuales a los que se enfrenta Europa y el papel del liderazgo joven. Moderado por Antonio Delgado, Secretario General de ESADE, y Lara Jiménez de Parga, doctoranda en Filosofía del Derecho y Sociología y Senior Design Researcher, el seminario fue una oportunidad para dejar de lado el frenetismo de la vida diaria y disfrutar de un espacio de intercambio de ideas y reflexiones.

Bajo la regla Chatham House, mediante la que se pueden compartir lo que se ha dicho en el debate sin identificar su autor, los participantes debaten en torno a textos clásicos y contemporáneos con el objetivo de escuchar, entender y reflexionar, sin la necesidad de alcanzar conclusiones específicas sobre los temas tratados. Así, el debate utiliza textos de Mencio y Platón para tratar los fundamentos filosóficos de la naturaleza humana, sobre la pregunta de si el ser humano es inherentemente bueno o malo. ¿Qué significa que un ser humano sea bueno? ¿Es una persona buena cuando siempre se comporta bien? Los participantes argumentan que, si bien existen limitados casos de clara bondad o maldad, a menudo la distinción no es tan evidente, las acciones son ambiguas o combinan elementos de ambos. Esto también refleja un componente subjetivo en la evaluación de la bondad humana. Además, se debate sobre las diferencias entre justicia y bondad: la bondad tiene una naturaleza personal e individual, mientras que la justicia puede alcanzar un enfoque colectivo para la organización de la sociedad.

En base al texto “Un señor muy viejo con unas alas enormes”, de Gabriel García Márquez, se explora el concepto de la mercantilización, donde el humano actúa instintivamente con el objetivo de lucrarse, incluso si en ocasiones ello conlleva el uso de desgracias ajenas. Los participantes se ponen de acuerdo en que, en un sistema en el que los humanos se benefician de la justicia de los demás y de la injusticia propia, existe la necesidad de un sistema colectivo de cooperación en el que se premie la justicia. La teoría de juegos explica que mediante la limitación del instinto hobbesiano que premia el desviarse del sistema e incentiva la desconfianza, se puede fomentar una sociedad basada en la justicia. Esto evita crueldades como las reflejadas por García Márquez.

En relación con la justicia y la bondad, se analiza el debate de la libertad de expresión, candente entre los jóvenes en Europa y el resto de sociedades occidentales. En el debate actual sobre lo «woke», se cuestiona la tendencia a promover valores de manera cosmética sin una verdadera revisión personal sobre lo que verdaderamente es discriminatorio contra una comunidad. Algunos participantes defienden que este enfoque, centrado en la autorrepresentación y la disculpa superficial, limita un debate abierto y auténtico, especialmente en el ámbito político, donde el cambio individualizado y moralizante, predominante en las élites, falla en generar reformas estructurales para atajar discriminaciones de naturaleza material. En lugar de enfrentar las desigualdades estructurales, se enfoca en una moralidad pública que fomenta la autocensura y limita la expresión sincera. También matizan que esto no significa, en ningún caso, que no sea necesario y loable señalar conductas, discursos, y actitudes ofensivas. Las respuestas críticas son tan esenciales para la existencia de un debate libre y constructivo como la posibilidad de expresarse sin cancelación automática.

También se debate sobre la necesidad de que diferentes voces tengan la posibilidad de expresarse y aportar al debate público. La exclusión de ciertos sectores de la sociedad de lugares donde puedan expresarse y tener visibilidad resulta un problema para la igualdad y la prosperidad en Europa. Los y las presentes alegan que es importante considerar que los humanos aprenden por imitación y que la existencia de referentes permite a los jóvenes imaginar metas y objetivos que de otra forma serían inimaginables. Además, en un contexto global en el que grandes compañías tecnológicas y algoritmos concentran el control sobre las historias y perspectivas que se difunden, el riesgo de una “historia única” (en palabras de la autora Chimamanda Adichie), un relato público que excluye a ciertos grupos se convierte en un desafío para la convivencia y la pluralidad. Es aquí donde entran en juego debates como el del lenguaje inclusivo: si bien es denostado a menudo al ser relacionado con lo “woke”, este puede tener un impacto positivo en la igualdad de oportunidades, uno de los valores centrales de Europa.

Los participantes exploran en torno al concepto de liderazgo su relación con la sociedad. Mediante la metáfora del “río vago”—una piscina de agua templada con una corriente moderada que arrastra a los bañistas pasivos en círculo constante, ajenos a las injusticias del exterior— se preguntan lo que significa realmente estar en el río vago de la sociedad y lo que implica estar fuera de él. ¿Es cierto que una parte de la sociedad se acomoda en un río vago? Si bien algunos partícipes argumentan que el conformismo y la inacción pueden dificultar cambios y mejoras disruptivas, varios rebaten que luchar contra la corriente requiere una enorme determinación y un esfuerzo continuo: el miedo a no pertenecer a un grupo, la rigidez de nuestras sociedades y la presión social hacen difícil salirse de la corriente dominante. También ha de tenerse en cuenta que, para muchas personas, el río vago requiere mucho trabajo y sacrificio diarios para tan solo mantenerse a flote. Para los que se pueden permitir salir, también es naturaleza humana descansar y dejarse llevar de vez en cuando para recuperar fuerzas, defienden varios miembros del grupo. Por otra parte, algunos destacan la paradoja de que a veces no seguir la corriente (el “no seguir la moda”) se convierte en una corriente en sí misma, transformándose en otro tipo de río vago carente de impacto real. Por ello, es crucial ser conscientes de cuándo entramos y salimos de estos patrones, y de que el verdadero desafío puede no ser escapar del río, sino encontrar formas de mejorarlo desde dentro.

La inmigración surge como otro punto de debate, una crisis que afecta a Europa desde hace décadas y en la que tampoco puede existir una “historia única”. El continente ha experimentado durante años el auge de discursos fáciles, que confunden el control de fronteras con la xenofobia y cae en la falacia de la soberanía nacional para justificar violaciones de derechos humanos, como es el caso de los discursos del antiguo primer ministro del Reino Unido Rishi Sunak. Otros argumentos, como el de la limitación de recursos económicos para garantizar el bienestar de los inmigrantes, son desmentidos por varios partícipes desde perspectivas histórico-económicas. Además, exponen que argumentos de ese tipo distraen la atención de puntos de mayor complejidad como es la integración cultural de las personas migrantes en sus comunidades de acogida. También se discute que existe un miedo bidireccional en el que personas de los países de acogida temen la disolución de su cultura y las personas migrantes temen perder sus raíces e identidad personales, pero sin embargo se ven objeto de expectativas sobre como deberían comportarse según su origen. Los espacios de encuentro e intercambio de experiencias son una buena herramienta para minimizar las numerosas capas de confusión y expectativas con respecto a la integración cultural de la inmigración.

Por otra parte, se señala el rol de la memoria colectiva en el debate de la inmigración: los ciudadanos europeos debemos recordar que otros países acogieron con los brazos abiertos a nuestros antepasados cuando, por motivos que van desde la hambruna hasta la persecución política y el genocidio, se vieron forzados a emigrar. Por otra parte, se declara que muchos de los países emisores de emigrantes cuentan con notables desafíos socioeconómicos por, entre otras razones, la herencia de un pasado colonialista y las instituciones extractivas impuestas por potencias europeas durante varios siglos.

El cuestionamiento de las relaciones económicas internacionales no solo cobra una perspectiva histórica en el debate, sino que los partícipes ponen en duda el modelo de consumo y producción global de la actualidad. La deslocalización, producción y consumo en masa de bienes y servicios que a menudo generan externalidades negativas en países del sur global supone un sistema del que, como de un “río vago”, resulta muy difícil escapar como ciudadanos, pero nos enfrenta a realidades de extrema desigualdad y sufrimiento a las que, si bien de forma muy indirecta, contribuimos. Pensar que el consumo de teléfonos con coltán o prendas de baja calidad afecta a niños en el África Subsahariana, refugiados en el Paso de Calais o personas sin hogar en nuestras ciudades genera sentimientos frustración, bloqueo y culpa a los participantes. Sin embargo, declaran que no debemos avergonzarnos de un sistema que no hemos elegido, y más bien centrarnos en la aglomeración de acciones individuales que podemos tomar mientras defendemos cambios estructurales mediante el voto y la educación. Es honesto reconocer que tanto la acción individual como estructural en pos de un mundo más justo y equitativo reduce nuestro bienestar material, ya sea a través de menos opciones de movilidad o restricciones en los alimentos que consumimos en nuestra dieta diaria. 

Para poder producir estos cambios desde dentro, se trata la necesidad de invitar a todas las organizaciones —del sector público, privado y tercer sector— a analizar y reconocer su impacto social y medioambiental. Si bien es cierto que existen organizaciones cuyas acciones son reprochables y cuyo impacto en la sociedad es rotundamente negativo, algunos participantes defienden que esto no las hace inmóviles ni estáticas, ni significa que una mayoría de empresas no esté dispuesta a implementar cambios que mejoren su relación con su entorno por el impacto que tienen en el mismo. Con la inclusión de voces diversas y una buena comunicación con la sociedad civil, se pueden establecer canales que fomenten la innovación y el cambio positivo. Además, se argumenta que para producir un cambio que materialice los valores europeos de la libertad, la equidad y la justicia, es necesario un sistema de incentivos adecuado. Este debe fomentar, como en el caso de la transición energética, un cambio ordenado y eficiente que proteja el bienestar de los ciudadanos, tanto a nivel europeo como global. Para ello, incentivar el cambio desde las empresas —también las petrolíferas, parcialmente responsables del cambio climático— resulta indispensable.

La transición energética y el cambio climático dan pie a otra crisis a los que los jóvenes europeos se enfrentan actualmente. La justicia intergeneracional, entendida como la distribución de bienestar material y oportunidades entre la generación del “Baby Boom” y las generaciones “del milenio” y “Z”, invita a un debate sobre el concepto de la paternidad como algo voluntario y deseado. Además, se analizan las obligaciones que los padres y madres tienen con sus hijos y viceversa. El Brexit sirve como un ejemplo más del impacto de las decisiones de generaciones mayores en aquellas más jóvenes.

En el contexto actual, la crisis de acceso a la vivienda y los bajos salarios impiden a muchos jóvenes desarrollar el proyecto de vida que desean. Ante el argumento de que generaciones anteriores trabajaron muy duro para poder conseguir el bienestar material que ahora disfrutan, se observa que los y las jóvenes también se forman y trabajan duro para obtener resultados mucho más modestos. Esta desigualdad de resultado, combinada con un traspaso de renta en forma de alquileres, un sistema fiscal que premia la acumulación de capital más que el trabajo, y unas pensiones de un sistema en dificultades de sostenibilidad, muestra una masiva transferencia de riqueza que aumenta la desigualdad entre generaciones y entre clases a corto y largo plazo en Europa, y concretamente en España. Con responsabilidad y coherencia sobre lo que tienen y merecen, los participantes aseguran que los jóvenes pueden participar a todos los niveles —político, social, y económico— para construir una sociedad más equitativa.

Para aportar al debate sobre el liderazgo joven, los presentes tienen el privilegio de asistir al coloquio “Liderazgo y Salud Global” con el doctor Valentín Fuster, cardiólogo y director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid, entrevistado por Cristina Sáez, coordinadora de ciencia en el Diari ARA. El doctor Fuster comparte sus conclusiones sobre los determinantes de una buena salud cardiovascular, así como una serie de consejos para los jóvenes participantes. Entre estos consejos destacan cuatro elementos básicos como condiciones necesarias para la satisfacción: en primer lugar, el trabajo duro y la resiliencia; en segundo, saber identificar el talento y buscar buenos mentores; en tercer lugar, hacer equipo y comunicarse bien con otras personas; y en cuarto, tener perspectiva de nuestras acciones y desarrollar nuestra creatividad.

Tras el coloquio, el seminario cierra con una profunda reflexión sobre la intersección entre el liderazgo y la salud mental. Los participantes destacan que la búsqueda constante de la máxima productividad se convierte en una enorme carga, a menudo contraproducente. Los jóvenes a menudo se sienten culpables cuando descansan, pero al mismo tiempo están demasiado cansados como para disfrutar de las metas que alcanzan con su esfuerzo y dedicación. Por otra parte, la constante —y adictiva— exposición a las pantallas y redes sociales, que alimentan las comparaciones con los demás y el miedo a perderse algo (FOMO, por sus siglas en inglés), daña la autoestima. Se subraya la importancia de adoptar una perspectiva de ligereza, de aceptar que no podemos ser perfectos en todo y que es esencial disfrutar del camino en lugar de obsesionarse con la perfección. Ser buenos improvisando, desarrollar flexibilidad y resiliencia, y vivir en el presente —lo único que realmente pueden gestionar— son cualidades cruciales. En este contexto, el autoconocimiento y la toma de decisiones basadas en nuestros valores se destacan como pilares fundamentales para un liderazgo equilibrado y consciente.

Así, los participantes concluyen un tiempo de reflexión, intercambio y conexión, y ahora forman parte de la comunidad alumni de Aspen España.

El Seminario contó con el apoyo de la Secretaría de Estado para la Unión Europea y la iniciativa Hablamos de Europa.

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