28 junio 2023
La disrupción de la inteligencia artificial
Por: José M. de Areilza

La disrupción de la inteligencia artificial


Por José M. de Areilza, Secretario General Aspen Institute España y Cátedra Jean Monnet-Esade.

En muy poco tiempo los avances en inteligencia artificial han hecho que se hable de ella como una oportunidad de realizar grandes progresos o más bien una amenaza a la humanidad. Son dos percepciones encontradas y sin aparente posibilidad de terreno común. Lo esencial, como advierten los científicos que mejor la conocen, es que ha llegado el momento de orientar su desarrollo a través de criterios éticos y de la regulación. Se trata de un debate bien conocido en el mundo de la tecnología digital, donde la tensión entre reglas del juego y libertad para fomentar la innovación no ha sido bien resuelta: basta con ver la disparidad de enfoques entre Europa, Estados Unidos y China.

En el caso de la inteligencia artificial, basada en una fabulosa capacidad de resolver problemas al procesar millones de datos en décimas de segundo, existen riesgos en al menos tres ámbitos. En primer lugar, en el terreno de la defensa, donde existen ya armamentos muy sofisticados que puede operar sin intervención humana. No todos estos sistemas están en manos de gobiernos que rindan cuentas y, además, solo los ampara una ciberseguridad bastante mejorable, encargada de evitar los sabotajes o los accidentes. En segundo término, el problema de la manipulación de la información y la imagen en el ecosistema digital. Con la irrupción de herramientas como la cosechadora de lenguaje Chat GPT, al ciudadano de a pie le resulta cada vez más difícil distinguir entre lo verdadero y falso, mientras los canales de emisión más poderosos luchan por no hacerse responsables de sus contenidos. El tercer riesgo es el incremento de la desigualdad que puede provocar esta tecnología. Es cierto que la inteligencia artificial trae consigo enormes avances en la productividad empresarial o en la investigación científica. Pero hay que abordar al mismo tiempo los retos del acceso y la inclusión, y evitar que la desigualdad siga creciendo como resultado de un progreso tecnológico sin civilizar.

Jaron Lanier ha advertido de un cuarto riesgo que quizá sea el más profundo: convertir la inteligencia artificial en un mito y aceptar el advenimiento inevitable de criaturas independientes y superiores que no controlamos. Propone pensar en esta tecnología como una herramienta, de modo que lo natural sea decidir sobre su diseño y sus usos. Sugiere de este modo tirar a la papelera el término “inteligencia artificial” y referirse al fenómeno como una forma innovadora de colaboración social, a través de los algoritmos, los datos y la computación cuántica. Es mucho menos emocionante, pero se agradece su sobriedad en un mundo adicto a los grandes terrores.


Este artículo ha sido publicado en El Correo el 25 de junio de 2023.

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